¡CUIDADO: PROVOCACIÓN INDUCIDA CHILENA CONTRA EL PERÚ! (Segunda Parte)
Amenaza de las Minas
Con respecto al tema de las minas antipersonas y antitanques sembradas a lo largo de la línea de frontera chileno – peruana, dicha amenaza tiene su origen en los inicios del gobierno militar del general Augusto Pinochet Ugarte (a partir del 11 de septiembre de 1973 y durante 1974). De cuyo hecho soy testigo de excepción.
En los años de 1973 y 1974 fui uno de los dos oficiales del Ejército (el otro era el coronel E.P. Sinecio Jarama Dávila, quién llegó hasta el grado de general de división en la Institución, hoy lamentablemente fallecido) que conformábamos el Estado Mayor personal para asesorar – principalmente en el caso de Chile – al Comandante General del Ejército, general de división E.P. Edgardo Mercado Jarrín, quien a su vez ejercía simultáneamente las funciones de ministro de Guerra y Primer Ministro del gobierno militar de ese entonces.
En esos dos años las FF.AA. peruanas por decisión política del presidente de la República general Juan Velazco Alvarado, habían rebasado el equilibrio estratégico del poder bélico con Chile. Rompiendo por primera vez el balance del potencial militar frente al del vecino país del sur.
En efecto, la superioridad bélica peruana en armamento y su elevada capacidad logística, determinaron que la Potencia Combativa Relativa de nuestras Fuerzas Armadas sea superior a las de Chile.
Ello, principalmente en la fuerza terrestre con la disposición de dos divisiones blindadas y sus modernos tanques, de origen soviético, modelo T-55. De los grupos de artillería coheteril BM-21. Y de los sistemas de armas antiaéreas chilca y pechora, desplegados en el Teatro de Operaciones del Sur (TOS) frontera con Chile.
Empero, no obstante lo cual, el Perú no tuvo ningún plan de ataque contra nuestro vecino sureño. Y no es cierto que existió una voluntad política de recuperar en 1975 los territorios de Arica y Tarapacá que perdimos en la Guerra del Pacífico (1879 – 1883). Pues la doctrina peruana – en materia de Defensa Nacional – durante el régimen del general Velazco Alvarado, siempre fue defensiva y disuasiva.
Sin embargo, el general Pinochet Ugarte, con el argumento de una supuesta invasión militar peruana, ordenó que en la Comuna de Arica de la ex Región de Tarapacá (hoy Arica – Parinacota) se sembrara una cantidad indeterminada de minas de fabricación belga, entre antipersonas PRB M35 y antitanques PRB M3.
Asimismo, dispuso se construyeran adicionalmente zanjas en toda la línea de frontera para impedir el tránsito de cualquier vehículo blindado peruano. Dejando únicamente libre la carretera Panamericana.
Hoy, respecto a las minas no existe información precisa sobre su sembrado en dicha comuna. La Comisión Nacional de Desminado considera que fueron 137, 717; pero para el secretario ejecutivo de la predicha entidad, coronel Juan Mendoza “no hay un conteo exacto de cuantas fueron instaladas”. Algo aparentemente insólito en un Ejército muy profesional como lo es el de Chile.
Es necesario conocer que el contenido de explosivo tetryl y trialeno de las minas, se activa por presión, manteniendo su alta sensibilidad y letalidad pese a los 37 y/o 38 años, respectivamente, transcurridos desde 1973 y/o 1974 hasta la actualidad.
Ahora bien, estando al supradicho tiempo transcurrido, y considerando que la Ley N° 28864 permite desclasificar, después de 20 años, información que se conoció en el ejercicio de la función de inteligencia, al amparo de lo dispuesto en dicha norma, narraré sólo como ilustración algunas acciones donde participé (en 1973 y 1974) como oficial de operaciones de campo.
Estando a la decisión adoptada – en ese entonces – por el general Pinochet Ugarte, con el coronel Jarama Dávila, evaluando dicha situación, concluimos era necesario que verificáramos en el terreno ese esquema estratégico defensivo adoptado por el Ejército de Chile y sus implicancias a nuestra Seguridad Nacional. Ello, para formular la apreciación de inteligencia destinada al comando.
En mérito de los cual recomendamos al Comandante General del Ejército, general Mercado Jarrín, nos autorizara para continuar con nuestros viajes a Santiago de Chile[1] pero con la particularidad que lo haríamos – esta vez - por tierra partiendo desde Tacna.
La misión que como tarea específica impuesta debíamos cumplir en el terreno, sería obtener la mayor cantidad de información posible, y producir inteligencia que requería el comando del Ejército con respecto al sembrado de las minas de fabricación belga antipersonas como antitanques. Sobre la construcción de zanjas a lo largo de la línea de frontera. Y detectar cualquier movimiento de unidades militares hacia su Teatro de Operaciones del Norte frontera con el Perú.
Para el cumplimiento de dicha misión utilizaríamos la misma cubierta empleada en 1972 y durante los siete primeros meses de 1973. Esto es asistir a los seminarios que se dictaba en FLACSO (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales) cuyas instalaciones funcionaban en Santiago de Chile.
La planificación de esta operación especial de inteligencia de carácter secreto para alcanzar objetivos específicos importantes en aspectos de inteligencia – con la finalidad de obtener informaciones – requirió coordinar previamente con el Director de Inteligencia del Ejército y el Jefe del Servicio de Inteligencia de ese entonces (general Juan Sánchez Gonzales y coronel Edgar KosterJanssen)
¿Por qué se requería coordinar?
Porque de acuerdo a la política de comando del Comandante General del Ejército, general Mercado Jarrín, debíamos mantener y respetar el principio doctrinario de “unidad de dirección” en el Sistema de Inteligencia del Ejército (SIDE).
Ello, como garantía para el manejo y orientación uniforme del esfuerzo de búsqueda de informaciones bajo una dirección única a cargo del general Director de Inteligencia del Ejército, quien asumió el comando y control directo de nosotros como oficiales de operaciones de campo. Lo cual doctrinariamente era correcto.
De otro lado, debíamos recibir del oficial del caso en el puesto de inteligencia del entonces Destacamento Tacna – ubicado en la misma cuidad – el vehículo y sus papeles en regla, con el cual nos desplazaríamos a Santiago de Chile. Ello, para poder gestionar el permiso de ingreso ante el Consulado de dicho país en Tacna, en forma legal y utilizando nuestra verdadera identidad.
Con el coronel Jarama Dávila éramos conscientes que habíamos cumplido con todos los protocolos para ejecutar con éxito la referida operación. Pues la misión que realizaríamos era específica y bien definida. El tiempo asignado fue suficiente y la cubierta e historia ficticia que teníamos como agentes de campo apropiado para justificar nuestro accionar ante una posible investigación de contrainteligencia.
En ese entonces la Dirección de Inteligencia Nacional chilena (DINA) bajo dirección del general Manuel Contreras Sepúlveda, contaba como uno de sus Órganos de Línea a la poderosa Subdirección de Contrainteligencia.
¿Cuál era su función?
Realizar investigaciones básicas de contrainteligencia sobre todas aquellas personas naturales de interés para la DINA como organismo militar carácter técnico profesional, dependiente directamente de la Junta de Gobierno que presidía el general Pinochet Ugarte. Esto es, de más alto nivel.
Sabedores de ello, la mayor táctica para neutralizar las medidas activas de contrainteligencia, era evidenciar ser personas predecibles rompiendo así los esquemas mentales – como los protocolos – de los oficiales controladores de la DINA, que estarían detrás de nosotros, marcándonos el paso.
¿Cómo hacerlo?
Presentándose ante dichos oficiales en cada punto de control a lo largo del trayecto desde Arica hasta Santiago de Chile. Ello, para darles cuenta de nuestras actividades que por lo demás eran visibles durante el desplazamiento como en las paradas y permanencia en la capital de dicho país. Y viceversa al retornar a Tacna.
La misión de reconocimiento y verificación, que como oficiales de operaciones de campo, cumplimos durante el desplazamiento, nos permitió constatar personalmente las siguientes actividades:
Primero, la construcción de zanjas paralelas a la línea de frontera por los batallones de ingeniería del Ejército de Chile. Siendo visible la maquinaria empleada que incluso estaba estacionada al costado de la carretera Panamericana.
Segundo, la existencia de gran cantidad de cajas conteniendo las dos clases de minas belgas (antipersonas PRB M35 y antitanques PRB M3) que eran extraídas por efectivos militares de sus vehículos -igualmente- estacionados al costado de la carretera Panamericana.
Cuyos artefactos simultáneamente estaban siendo sembrados por los zapadores militares expertos en explosivos y demoliciones, quienes los colocaban en los espacios llanos dejados entre zanja y zanja. Entiendo, bajo la táctica de que si un tanque lograba pasar el obstáculo de la zanja, se encontraba con las minas, y era inutilizado.
Tercero, el control que llevaban sobre la ubicación física donde estaban siendo sembradas las minas. Pues pudimos observar cómo es que los militares tenían entre sus manos cartas geográficas, y en unos caballetes habían pegados croquis cuyo detalle no pudimos detectar pues por medidas de seguridad, no era prudente detener la marcha del vehículo.
Cuarto, durante uno de los trayectos a Santiago de Chile, nos cruzamos con una columna de quince vehículos del Ejército de Chile, que en sus plataformas transportaban abiertamente – pues no estaban cubiertos – cañones antitanques con evidente destino a reforzar su Teatro de Operaciones del Norte, frontera con Perú.
Nuestra misión fue cumplida a cabalidad y así lo informamos por escrito al Director de Inteligencia del Ejército (DINTE). Y el Ejército Peruano obtuvo la inteligencia que requería el comando, quien luego la puso a disposición del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas.
Posteriormente, ayudamos en la formulación de la apreciación de inteligencia militar destinada al Comandante General del Ejército para la toma de decisiones en el campo de la seguridad.
Esto, motivó que el general Mercado Jarrín, dispusiera una reunión del Sistema de Inteligencia del Ejército (SIDE), para analizar y evaluar la situación con Chile. En cuyo evento, fui uno de los oficiales expositores, estando a lo recomendado por el coronel Jarama Dávila al general DINTE.
Luego de la amplia digresión efectuada, sobre la amenaza de las minas, para ubicarnos con el conocimiento de esos antecedentes, en el escenarios actual, vemos cómo es que después de 37 y/o 38 años que dichos artefactos letales fueron sembrados a lo largo de la línea de frontera chileno – peruano, hoy les sirve al Ejército de Chile para otros fines.
¿Cuáles?
Aprovechando hábilmente de un fenómeno de la naturaleza, presentado en una coyuntura determinada, han sabido utilizar el tema de las minas como una cubierta para una posible provocación inducida que les falló esta vez. De eso que no nos quepa la menor duda a los peruanos.
Pareciera que el manto protector del general Pinochet Ugarte, perdura como un hilo conductor a través del tiempo, después de haber sido el Comandante en Jefe del Ejército de Chile durante 25 años consecutivos, y dejado una doctrina geopolítica cuya línea de pensamiento sigue vigente hasta la actividad.
Hoy Chile tiene listo el despliegue estratégico de sus Fuerzas Armadas en el Teatro de Operaciones del Norte. Y no requiere de ningún movimiento adicional de tropas en dicha zona.
Para esto han conformado, en su oportunidad el “Centro de Entrenamiento Conjunto” en las instalaciones del Fuerte Condell, en el sector de Punta Gruesa de la localidad de Iquique. Eso, para garantizar la interoperatividad de elementos terrestres, navales y aéreos bajo un mando único.
Conforme a ello, la fuerza operativa y sus órganos y medios de apoyo, han desarrollado sistemas de mando y control conjunto que permiten ejercer el mando sobre las fuerzas partícipes en una maniobra conjunta. Asimismo, han centralizado en materia de planificación y ejecución los ejercicios conjuntos de Estado Mayor. Y cuentan con una doctrina conjunta para la ejecución de las operaciones y conducción estratégica de la fuerza que responde a una concepción permanente y global de lo conjunto.
Todo lo cual se manifiesta en la compatibilidad tecnológica, doctrinaria y de procedimientos, que se traduce en una enorme ventaja a la hora de actuar frente a otra Fuerza Armada de menor dimensión estratégica de la región.
En esencia y sustancia el despliegue estratégico de las Fuerzas Armadas de Chile, que tiene listo en su frontera con nuestro país, está basado en una trilogía de factores compuesta por el escenario, el control de ese escenario físico y el poder o fuerza conjunta que requiere para ejercer ese control. Y de ser necesario expandirlo a otra latitud. Ya sabemos a dónde. A buen entendedor pocas palabras
Para eso están “listos” y “expeditos”. Solo les falta el Día “D” y la Hora “H”. Como se dice en el argot militar, “se encuentran con el resorte comprimido” en la zona de empleo ¿Qué les parece?
De nuestra parte, considero que el Perú no tiene listo el despliegue estratégico en el Teatro de Operaciones de Sur. Pues el Comando Operacional del Sur – como uno de los Órganos de Línea del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas – no tiene la magnitud de fuerzas y equipamiento requerido para hacer frente a una posible amenaza de mayor dimensión estratégica en su área de responsabilidad territorial.
Entonces, lo inmediatista sería ordenar se proceda al reforzamiento de dicho comando con el desplazamiento de otros medios (en personal y equipamiento), para incrementar el nivel de fuerzas existentes. Pero, ello sería un craso error estratégico que no se puede cometer.
¿Por qué?
Porque en la coyuntura actual, constituiría una medida imprudente que podría tomarse como un acto de provocación de nuestra parte, debido al efecto mediático el cual – no me cabe duda – magnificaría la situación. Y hasta le daría a Chile el pretexto para actuar.
Debemos tener presente que históricamente las Fuerzas Armadas de Chile sólo entienden un idioma: ACCION, y sólo respetan una palabra: FUERZA.
Pero, su vulnerabilidad radica en que la estructura organizacional, doctrinaria y operativa que tienen actualmente, es propia para Guerra de Tercera Generación (3GW). Y no poseen experiencia en lo que es la Guerra de Cuarta Generación (4GW) en la era de los conflictos asimétricos. Como si tiene la Fuerza Armada Peruana en la lucha contra las redes y coaliciones terroristas que operan como actores no estatales internos, predominantemente clandestinos y asimétricos.
Entonces, la única forma para enfrentar dicha amenaza es creando un “Comando Unificado de Fuerzas Especiales Conjuntas” dotado de gran movilidad, poder de fuego y medios de comunicación. Claro está, aprovechando la experiencia de combate de nuestras tropas en las zonas de emergencia y del Cenepa[2].
¿Por qué?
Porque son fuerzas asimétricas por antonomasia que han cumplido un rol de primer orden en el campo de la seguridad interna.
Ello, siguiendo el ejemplo y las enseñanzas de los trece comandos fundadores de la Escuela de Comandos del Ejército Peruano, quienes conforman la “PATRULLA ETERNA”. Siempre fieles a su lema: “SER Y NO PARECER”.
No debemos olvidar que la victoria favorece a los que se preparan. ¿Qué esperamos?.
por Montesinos Torres.