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¿POR QUÉ ESTA FALLANDO LA ESTRATEGIA CONTRATERRORISTA EN EL PERU?

Publicado: 2012-07-13

El país recientemente ha sido conmocionado debido a las acciones letales y espectaculares desarrolladas – durante los últimos noventa días – por la red terrorista Sendero Luminoso que opera en la zona del VRAE, la cual aplicando el principio doctrinario de “dispersión”, ha expandido estratégicamente su campo de operaciones a la zona de La Convención, Cusco. Claro está, para desubicar como desconcertar a las fuerzas del orden y demostrar ante la opinión pública la inconsistencia de la estrategia política del gobierno.

¿Por qué ha sido conmocionado el país?

Porque cuando los planificadores terroristas y sus comandantes de operaciones produjeron – como maniobras distractivas y acciones de engaño – el ardid del secuestro de trabajadores del Consorcio Camisea en Kepashiato (Zona de La Convención, Cusco) con el objetivo de provocar el ingreso apresurado de tropas y helicópteros para causarles serios reveses operacionales, el gobierno de Ollanta Humala Tasso y el entonces jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas general Luis Howell Ballena, cayeron ingenuamente en dicho anzuelo.

Ello, por las tremendas fallas del Sistema de Inteligencia Nacional (SINA) y de su Órgano Rector especializado la DINI. Cuyo Director Ejecutivo evidencia una gran improvisación y no sabe aplicar el principio doctrinario de “unidad de dirección” en la Comunidad de Inteligencia peruana. Pese a llevar más de once meses en el cargo y aún no aprende. Pues, no entiende conceptualmente la Guerra Asimétrica que como variable principal de la Guerra de Cuarta Generación (4GW) desarrolla Sendero Luminoso contra el Estado peruano.

Y desde luego, dicha situación generó una tremenda crisis política – como militar - en el país. A tal punto que la percepción de los ciudadanos con relación al rol del gobierno en la lucha contra dicha red terrorista, así como sobre el liderazgo del jefe de Estado, en esta tarea, es alarmante. Pues, muy rápidamente apareció el desencanto poblacional con respecto al papel que le cupo al gobierno. Y particularmente un deterioro en la imagen presidencial por no saber enfrentar dicha amenaza.

Esto, se aprecia en la encuesta nacional urbana realizada - en mayo pasado -por Ipsos Apoyo Opinión y Mercado S.A. por encargo del diario “El Comercio”. En donde un 69% de entrevistados opina que “quien está ganando en este enfrentamiento” es Sendero Luminoso. Es decir, la ciudadanía considera que los terroristas le van ganando la partida al gobierno. Y un 61% de personas entrevistadas desaprueba el desempeño del presidente Humala en el combate contra dicha red en el VRAE y La Convención.

En consecuencia, las preguntas que fluyen clara e ineluctablemente, y que considero deberían ser formuladas por los analistas de la DINI – pues sus respuestas servirán como insumos dentro del Ciclo de Producción de Inteligencia para la elaboración de las apreciaciones e informes de inteligencia estratégica, destinados al jefe de Estado – son las siguientes:

Primero, ¿por qué está fallando la política (responsabilidad del presidente de la República) y la estrategia militar (a cargo del conductor militar: el jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas)?

Segundo, ¿a qué se deben estos reveses operacionales?

Tercero, ¿la estructura organizacional de las fuerzas militares y la doctrina que utilizan en sus operaciones es la correcta?

Cuarto, ¿por qué razones del Estado peruano en la actualidad no dispone de una inteligencia precisa, oportuna y eficaz que le permita al gobierno anticiparse y poder actuar proactivamente frente a cualquier posible escenario de riesgos y amenazas a la seguridad interna?

La falla se inicia a nivel político, debido a que el presidente Ollanta Humala – en lo que va de su administración – no ha señalado los objetivos políticos, y menos definido ni precisado los propósitos estratégicos de su gobierno. Ello, para combatir eficazmente a las redes terroristas que operan en el país formando coaliciones con las del narcotráfico configurando una peligrosa amenaza a la Seguridad Nacional.

Esa clamorosa omisión traducida en la falta de decisión política – durante más de once meses - ha producido un vacío que indubitablemente viene afectando el desarrollo de la estrategia militar, pues doctrinariamente en la lucha contraterrorista priman las consideraciones políticas sobre las militares.

Dirigir y conducir la guerra interna son atributos del estadista, a quien incumbe preverla, definir su finalidad y guiarla de acuerdo a los requerimientos de los objetivos políticos, cuya determinación y actualización es también su responsabilidad.

En esa línea de pensamiento, la dirección y conducción de la guerra requieren máxima autoridad para ejercerla con unidad de pensamiento y de acción. Y dentro de ese marco doctrinario el presidente es la autoridad suprema, que tiene los más altos poderes y responsabilidades de la Seguridad Nacional, y en quien se combinan las funciones del poder político con las del director y conductor de la guerra.

Y para el adecuado cumplimiento de su misión cuenta con los respectivos organismos necesarios de asesoramiento y colaboración (el Consejo de Seguridad y Defensa Nacional y el SINA). Sin embargo, el presidente Ollanta Humala no ha podido dar virtualidad al principio doctrinario de la “unidad entre la política y la estrategia militar”. Ni mucho menos dispone de una inteligencia precisa y eficaz que le brinde conocimiento útil como oportuno para la toma de decisiones, insisto, frente a escenarios de riesgos y amenazas a la Seguridad Nacional.

La conducción política en el Estado no se limita al planteamiento de tareas a la estrategia militar. Sino que debe crear las condiciones favorables para el cumplimiento de los fines. No podemos olvidar que para alcanzar los objetivos políticos o los fines propuestos, las FFAA requieren que se creen condiciones favorables para poder actuar, teniendo en cuenta la norma que la política rige la estrategia militar y no a la inversa.

Ahora bien, considerando la naturaleza política de la guerra y el hecho de que el terrorismo es un fenómeno político, se debería enfrentar a dicha amenaza con un esquema estratégico diferente, es decir, se tiene que emplear racionalmente todos los recursos humanos, económicos, físicos, psicosociales y políticos de la Nación, incluyendo sus FFAA y los órganos conformantes del SINA. Ello, para poder alcanzar los objetivos políticos del gobierno[1].

Pero, como en este régimen no hay una clara política antiterrorista, lo cual se ve reflejado en el hecho objetivo de que hasta la actualidad el jefe de Estado no ha emitido una Directiva de Gobierno con respecto al “Planeamiento Estratégico de la Defensa Nacional para la Pacificación.” Y que para existir (validez jurídica) como surtir efectos legales (eficacia jurídica),debería realizarse mediante un procedimiento y formas establecidas en la ley (ad solemnitatem); y luego aprobada mediante Decreto Supremo o Decreto Legislativo, según sea el caso. Por lo que estando a dicho vacío, la estrategia militar viene marchando sin brújula o norte. Sin una estrategia realista y correcta, frente a un enemigo predominantemente clandestino y asimétrico. Esa es la realidad monda y lironda.

Dicho esto, estando a las precisiones dadas párrafos ut supra, la estrategia militar – doctrinariamente - debería responder a los dictados políticos, pero su conducción es de responsabilidad del estratega. El planificador militar para formular sus respectivos planes, tiene que convertir previamente los objetivos políticos – decisión del estadista – en objetivos militares asequibles que le servirán a su vez para el planeamiento y conducción de las operaciones militares. Lo cual previamente debería plasmarse en una “Directiva de Dominio”, para que sea de obligatorio cumplimiento a nivel de las fuerzas del orden. Eso, sería lo correcto y profesional. Pero, igualmente no se da.

La inexistencia de objetivos políticos precisos ha generado un conjunto de alteraciones que han influido sustancialmente en la eficacia de la conducción de las operaciones por el estratega militar y las consecuencias ya las conocemos: serios reveses operacionales.

Dicha situación ha debido ser advertida durante estos últimos once meses por el consejero presidencial en temas de Seguridad Nacional, el coronel E.P. (r) Adrián Villafuerte Macha, quien es el llamado para aconsejar el jefe de Estado en dicha materia. Pues esa es su función.

¿Por qué no lo hace?

No lo sé. Pese a que es un buen oficial superior del Ejército Peruano (un excelente infante – por su arma – de corazón. Como se dice en el argot militar) al cual conozco y sé de sus cualidades. Ojalá tenga los reflejos necesarios para reaccionar. Y que no se ocupe de ver temas tácticos de bajo nivel operativo. Enfocándose más bien en el plano estratégico strictu sensu. Ese es su nivel.

A él, fraternalmente, le digo: “la sabiduría y los paradigmas convencionales están muy bien cuando se lucha contra enemigos convencionales. Pero, no funcionan en la era de los conflictos asimétricos”. Ya lo sabe.

Dentro de ese contexto, debemos partir del hecho que las redes terroristas ubicadas en valle de los ríos Apurimac, Ene y Mantaro (VRAEM) tienen como fortaleza la gran capacidad táctica para operar, la cual se basa en el conocimiento exhaustivo que poseen del terreno. Y en la inteligencia precisa y oportuna que disponen acerca de los movimientos de las fuerzas del orden, debido al apoyo poblacional con que cuentan convirtiéndose – ello - en la antena popular de la que hablaba Ho Chí Minh.

A esto, se adiciona dos factores con que cuentan a su favor: la iniciativa y la sorpresa que les brinda una enorme ventaja a la hora de operar contra personal de las FFAA y la PNP.

Además, la complejidad de la zona, la naturaleza de las operaciones militares y policiales contra dichas redes terroristas que desarrollan una guerra de redes y coaliciones contra el Estado peruano – y esencialmente la necesidad de optimizar, lo que en doctrina se denomina el comando y control, como el apoyo administrativo y logístico - hace imprescindible aplicar el principio doctrinario de la “unidad de comando”, lo que no se viene dando con el actual régimen. Asimismo, no existe una clara comprensión de quien es el enemigo y cuál es su forma de operar. Si no sabemos definir e identificarlo, vendrán como siempre los reveses y fiascos operacionales.

Es por ello, que hoy, a más de 32 años de iniciada la guerra – el principal conflicto armado de la historia peruana – es necesario preguntarnos: ¿qué es Sendero Luminoso?.

La red terrorista Sendero Luminoso era, es y seguirá siendo un actor interno no estatal predominantemente clandestino y asimétrico, motivado ideológicamente, y que viene operando en alianza estratégica con las redes transnacionales del narcotráfico al formar, insisto, coaliciones – basadas en redes – que coordinan entre si sus acciones contra un enemigo común: el Estado peruano. Este, así, debe enfrentar toda una conjunción estratégica de actores asimétricos[2].

Por tanto, constituye un enemigo engañoso – elusivo, determinado y letal – que entabla la guerra operando fuera del paradigma de un Estado – Nación y adapta y pone en práctica, reitero, valga la redundancia, la Guerra Asimétrica como variable principal de la 4GW, mientras que por el lado del Estado equivocadamente se viene operando con fuerzas militares de Tercera Generación (3GW) para luchar contra enemigos de la Cuarta Generación. Es decir, no se ha producido la transición correspondiente. Esto, tanto en la estructura organizacional como en la doctrina que aplica las FFAA.

En efecto, los planificadores de las operaciones en el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, cuya responsabilidad recae en la Tercera División del Estado Mayor Conjunto – y en su Órgano de Línea el Comando Especial VRAE (CE-VRAE) - todavía no entienden que para poder anticiparse a los planes de enemigos asimétricos, silenciosos y ocultos que pueden asestar terribles golpes cuando así lo deseen sus comandantes de operaciones, empleando cualquier medio a su disposición, se requiere tener otra clase de fuerza, pues las fuerzas regulares del Estado son inadecuadas para combatirlos eficazmente. Insisto, corresponden a la fase de 3GW.

No podemos olvidar que en esta clase de guerra los retos asimétricos vienen a ser cualquier método no convencional o tradicional, utilizado para evitar fortalezas y explotar las vulnerabilidades del enemigo más fuerte, en este caso las FFAA peruanas que se encuentran en el VRAE y en la zona de La Convención.

En esencia y sustancia el oponente más débil, sin tener en consideración objeción ética alguna, practica la guerra más allá de las reglas generalmente aceptadas, desplegando técnicas y tácticas que no corresponden a las convencionales o tradicionales, rompiendo así con todos los parámetros o protocolos legalmente establecidos que pudieran limitar su efectividad y operatividad, en que lo único predecible es que son impredecibles a la hora de actuar. Estamos pues, en la era de los conflictos asimétricos.

Este actor interno no estatal no dispone de una base fija o definida o predeterminada en el territorio nacional, observándose que opera en pequeñas células dispersas con autonomía logística. Estas células están en constante movimiento u ocultas, lo que les permite dar la impresión de tener presencia en todos los ámbitos y a la vez en ningún lado. Ello, obedece a estructuras de comando descentralizadas tácticamente, de las que parten las órdenes para los ataques sorpresivos cuando la red lo considere conveniente. Todas esas son las características que configuran y definen a la Guerra Asimétrica[3].

Dicha situación fáctica dificulta su identificación y su localización por las fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia. Pues éstos pueden operar muy bien contra enemigos simétricos, pero no están preparados para enfrentar a los asimétricos, ya que todavía la mentalidad prevaleciente es la 3GW y la consiguiente detección de amenazas convencionales o tradicionales.

Es por eso que, la red terrorista Sendero Luminoso combate a nuestras Fuerzas Armadas con esta lógica operacional, y además, combinando la tecnología de la Internet con las tácticas de insurgencia. Vale decir, no tratan de derrotar a las tropas apelando a operaciones tradicionales ni mucho menos se limitan al uso de medios puramente militares.

A ello, obedece el hecho del por qué ejecutan una hábil estrategia de desgaste con la Guerra Revolucionaria (GR) prolongada que utiliza variadas tácticas para ir minando progresivamente el valor y la moral de nuestros soldados y policías.

En este orden de ideas, es menester señalar que los planificadores de la supradicha red terrorista están utilizando en sus operaciones asimétricas el principio doctrinario de “combinación”.

¿Qué significa este principio[4]?

Antes de dar respuesta, como cuestión previa, es menester señalar que las operaciones terroristas, emplean las siguientes tácticas de ataque:

Primero, el hostigamiento, para acosar y mortificar a las patrullas militares y policías – durante sus desplazamientos – y a las Bases Contraterroristas con el uso esporádico de armas de fuego de sus francotiradores. ¿Para qué? Con la finalidad de mantener a los efectivos militares en estado de permanente tensión emocional.

Segundo, las emboscadas a las patrullas, durante sus desplazamientos, utilizando el factor sorpresa, escogiendo el lugar más conveniente, el momento adecuado y manteniendo siempre la iniciativa. ¿Para qué? Con la finalidad de destruirlas y apoderarse del armamento como la munición del personal militar y policial emboscado.

Tercero, el ataque sorpresivo contra instalaciones policiales y Bases Contraterroristas. ¿Para qué? Con igual finalidad que las tácticas anteriores.

Conforme a ello, el principio doctrinario de “combinación”, es el uso discrecional de cualesquiera de estas tres tácticas de ataque, sea de manera independiente, sucesiva o simultánea; empleando una, dos, o las tres a la hora de actuar. Eso, depende del criterio de los comandantes de operaciones terroristas en función de los objetivos buscados y el efecto que desean producir.

Esto, debería obligar a las fuerzas del orden a reconceptualizar sus protocolos de seguridad para hacer frente a dichas modalidades de ataque, que utilizan ese principio doctrinario.

De otro lado, estamos ante un nuevo hecho que viene alterando el escenario del conflicto.

¿Cuál hecho?

Que los planificadores terroristas y sus comandantes de operaciones han introducido en sus tácticas de ataque, en la entonces zona del VRAE, y recientemente en el área de La Convención, la peligrosa técnica de utilizar artefactos explosivos improvisados, conocidos por las siglas en inglés como IED´s (Improvised Explosive Decives)[5], que no son trampas cazabobos como erróneamente se le denomina en el argot militar. Pues tienen otra configuración y finalidad.

Esta técnica de usar los IED´s durante las emboscadas terroristas contra personal de las Fuerzas Armadas, es de muy fácil fabricación y a un bajo costo. Pero que causan efectos letales en las tropas sin darles cara ni presentar batalla. La finalidad es minar la moral y la capacidad combativa del personal militar atacado que sale a patrullar. Pues ahora lo hacen con temor de ser víctimas de esa técnica altamente letal ya que deja fuera de combate a la mayor cantidad de miembros de las fuerzas del orden que sufren las consecuencias con esta nueva modalidad de ataque.

En la página web que utiliza la red terrorista Al Qaeda y sus aliados los talibanes – dentro de su estrategia de confrontación - contra las tropas norteamericanas y de la ISAF en Afganistán, se enseña la fabricación de estas bombas camineras que tienen un detonador activado por control remoto. Y suelen estar montados para obtener una explosión en cadena durante el ataque a patrullas y a un convoy para causarles el mayor daño posible.

De modo que, como el cabecilla terrorista Víctor Quispe Palomino (a) “José” y sus hermanos tienen acceso a Internet y al uso del Skype, han aprendido las bondades del empleo de esta técnica destructiva cuya última aplicación fue contra la patrulla “Lince” del Ejército Peruano en La Convención. Resultando fuera de combate diez efectivos militares, entre ellos, el capitán E.P. que la comandaba.

Perfil operacional de Sendero Luminoso

Observamos que durante el último lustro los planificadores terroristas y sus comandantes de operaciones, han puesto de manifiesto una gran capacitación en la ejecución de sus ataques, lo que en términos tácticos permite a cualquier analista de inteligencia determinar cuál es su perfil operacional.[6] Veamos:

Primero, efectúan una acertada elección en cada blanco de ataque.

Segundo, realizan una planificación eficaz, sencilla y audaz de sus operaciones.

Tercero, poseen una inteligencia precisa, oportuna como eficaz y de la mejor calidad sobre los movimientos del personal militar y policial.

Cuarto, realizan una buena evaluación, supervisión y ejecución certera de sus ataques con los resultados previstos por sus diseñadores.

Quinto, mantienen la iniciativa como el factor sorpresa en sus operaciones, porque son factores determinantes en la 4GW en su variable principal la Guerra Asimétrica.

A modo de conclusión, es necesario insistir, valga la redundancia, que la estrategia militar está fallando debido a que en el CCFFAA – a cargo de conducir las operaciones – no entienden cabalmente el tipo de guerra desarrollada por la red terrorista Sendero Luminoso contra el Estado peruano en el VRAEM.

Tienen que comprender, nos encontramos frente a un enemigo que – no me cansaré en repetirlo hasta la saciedad – es un actor interno no estatal predominantemente clandestino y asimétrico, el cual viene operando en conjunción con otras redes formando coaliciones.

Y que estas redes y coaliciones muy hábilmente ejecutan – como ya lo he precisado párrafos ut supra – la Guerra Asimétrica como variable principal de la 4GW a sabiendas que se enfrentarán contra fuerzas militares simétricas que están organizadas para desarrollar sus operaciones bajo la doctrina de 3GW.

Ergo, no se puede vencer con una fuerza que tiene una estructura organizacional convencional y que utiliza la doctrina militar correspondiente a la etapa de 3GW, contra un enemigo que ya superó esa fase de la guerra iniciada en 1980 cuando le dio una sorpresa estratégica al Estado peruano. Y menos cuando el Consejo de Inteligencia Nacional (COIN) como la máxima instancia colegiada del SINA, que es el encargado de orientar las actividades de inteligencia y contrainteligencia, está en manos de diletantes y no de profesionales.

Si creen los planificadores militares en el CCFFAA que convirtiendo el VRAEM en áreas de guerra, mediante la militarización de la zona con fines de control territorial, y con esa medida van a derrotar a dichas redes y coaliciones, se equivocan.

Pues el nuevo Sendero se movilizará a otras áreas geográficas del país aplicando el principio doctrinario de “dispersión”. De eso se debe tener mucho cuidado. Ya que continuarán los reveses y fiascos operacionales.

Y los peruanos vamos a continuar siendo mudos espectadores de este golpearse el pecho, como de sendos minutos de silencio, de las actuales autoridades gubernamentales ante la muerte de militares y policías a manos de los terroristas. ¿Hasta cuándo? El tiempo lo dirá.

El próximo 28 de julio el presidente Ollanta Humala Tasso, tiene la gran oportunidad de subsanar, su omisión, señalando – en el segundo mensaje que dirigirá al Congreso al cumplir el primer año de su administración – cuáles son los objetivos políticos como los propósitos estratégicos del gobierno para combatir a las redes terroristas que operan en el país formando coaliciones con las del narcotráfico. Y luego emitir la Directiva de Gobierno que sea aprobada con una norma de la mayor jerarquía.

De lo contrario, las buenas intenciones anunciadas por el presidente del Consejo de Ministros en la localidad de Pichari – el pasado 27 de junio – de implementar un plan para la recuperación del valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM), de per se, no garantizan el éxito de dicho plan. Ello, de no darse la supradicha condición sine qua non. Ya lo sabemos.

[1] Montesinos, Vladimiro: “Sin Sendero. Alerta Temprana II”. Ezer Editores, Lima, julio 2011. p. 98.

[2] Montesinos, Vladimiro: “Sin Sendero. Alerta Temprana” Ezer Editores, Lima, noviembre de 2009. p. 32.

[3] Ibíd. p. 24.

[4] Montesinos, Vladimiro: “ Ataque senderista a base militar deja un muerto y dos heridos”, publicado en Facebook, el jueves, 01 de diciembre de 2011 a las 21:44.

[5] Montesinos, Vladimiro: “La red terrorista Sendero Luminoso sigue matando más militares en el Perú”, publicado en Facebook, el viernes 17 de junio de 2011 a las 17:49.

[6] Montesinos, Vladimiro: “Comando operativo senderista mata a dos militares en ataque a helicóptero”, publicado en Facebook, el miércoles, 12 de octubre de 2011, a las 13.48.

de Vladimiro Montesinos Torres, el jueves, 12 de Julio de 2012 a la(s) 21:10 ·

 


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